Pero de dicha narración, escrita para enseñar la necesidad de convertirse y la misericordia de Dios, pasamos a una realidad sin misericordia que se desarrolla ahora mismo. En estos dias, el Estado islámico (sunita) de Irak estuvo presionando a un puñado de cristianos que todavía vivían allí. Desde el mes de junio en que se instaló este Estado islamico, los cristianos (unos cientos) eran perseguidos. En las puertas de sus casas se escribía una "N" indicando que pertenecían al grupo de los "Nazarenos" y, en algunos casos, se añadía una glosa que indicaba que el inmueble era propiedad del Estado Islámico. El 17 de julio, como lo señalan algunos diarios, las advertencias se convirtieron en amenazas y por altoparpantes se les comunicaba a los cristianos que tenían tres alternativas:
- Pagar un impuesto ( cosa que resulta impensable para la realidad de estos cristianos empobrecidos)
- Convertirse al Islam
- Dejar sus casas en Mosul y dejar la tierra en la que viven sin tomar ningún bien con ellos ya que serían bienes del Estado Islámico.
De no aceptar ninguna de estas alternativas, serían asesinados por la espada. Hoy sábado al mediodía vencía el plazo y los últimos crisitianos dejaron Mosul.
Franja de Gaza es tierra Palestina muy cerca de la Tierra Santa mil veces desacralizada. Mientras veíamos el mundial de fútbol, Israel desplegaba toda la tecnología bélica de la que dispone para matar palestinos en respuesta al movimiento terrorista Hamas. Ya hemos visto las imágenes que circulan de los niños palestinos muertos por los misiles israelíes. Nadie niega la violencia de Hamas, pero ¿no es Israel la nación llamada en su Escritura a la paz? ¿Y por qué las naciones esperan que desaparezca la población palestina en lugar de intervenir?
La religión fracasa en cada uno de estos hechos donde se despliega el poder hegemónico como autojustificación de una razón que no se tiene y que se arranca a la historia a fuerza de lo más sencillo: eliminar al otro, y si es pequeño mejor porque nadie hablará por él ni lo echará de menos.
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