sábado, 26 de julio de 2014

Te Deum

Pensemos en esta acción litúrgica que se repite cada año. Te Deum es la acción litúrgica ofrecida, como lo dice su nombre, para Dios. Es pues una acción de gracias. El Te Deum se ofrece en diversas circunstancias y, en el Perú, se celebra uno por Fiestas Patrias. Este 28 de julio, presidió el acto, el Arzobispo de Lima. 

Ahora bien, pongámonos un poco filosóficos: una acción de gracias supone, por supuesto, una toma de conciencia previa. No puedo agradecer, sino aquello que reconozco se me ha concedido. Dicho de otro modo, el agradecimiento manifiesta el acto previo de conciencia. Tomar conciencia no consiste simplemente en hacer acopio de cosas en la cabeza. Es, sobre todo, un acto de elaboración crítica en el que releo o releemos la historia en la medida en que nos ha hecho bien. No sé qué tan acostumbrados estemos a tomar conciencia. Y me refiero, por supuesto, no sólo a la descripción de los hechos, sino a componer una narrativa en la que podamos reconocernos. 

La Iglesia acostumbra dar gracias a Dios por su presencia en la historia o, dicho de otro modo, por lo que la historia ofrece y que consideramos un beneficio. Esta idea se opone a la noción fatalista (fatum) que consiste en creer que estamos inmersos en una historia anónima que nos tiene a su merced sin ningún tipo de relación con nosotros. Dar gracias por los hechos que se despliegan delante de nosotros es confiar en que ellos no sólo acontecen, sino que tienen un sentido y que intervenimos en ellos con un deseo de acercarnos a algún tipo de utopía por el cual nos reconocemos. El nombre de la utopía cristiana es el "Reino de Dios". No es un hecho que está delante de nosotros como el mañana en que habrá de salir el sol (aunque en Lima el sol se supone detrás de un cúmulo de nubes). Es un hecho que requiere que la conciencia se forje, se construya y se acostumbre a hacer advenir ese Reino. 

En la Iglesia cada vez estamos más esperanzados en el Papado de Francisco. Es una interesante toma de conciencia que supone un acto permanente de gratitud, pero qué puede hacer Francisco, si no se hace advenir el Reino y si nos permitimos repetir las cosas como si ya estuvieran suficientemente bien. Francisco no es omnipotente. Hace mal que dejemos crecer esta ilusión de omnipotencia a la medida de los niños. Francisco tiene entre manos una institución que no puede cambiar según su antojo. Eso ya ha producido cismas, revueltas y manifestaciones en otros tiempos. El derecho de la Iglesia es además una limitación, acaso necesaria, para frenar la arbitrariedad. Pero, en esta oportunidad, podríamos, por ejemplo, dar gracias porque ha consultado a las conferencias episcopales del mundo un conjunto de temas sobre la familia. Varias conferencias episcopales (Alemania, Francia, Suiza entre otras) han publicado el resultado de sus primeras pesquisas como preparación para un sínodo. El primer balance de estas consultas está allí. Francisco quiere escuchar, está dando la posibilidad de que quienes no tuvieron voz se expresen, los tabúes de ayer caen o se desmontan por el bien de una utopía que no llega sola. Hay que andar en su dirección. A ver si se puede.

 

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